Perdón Radical: Una práctica para encontrarnos con nuestro crítico interno con compasión
- Pili Rivera
- hace 7 días
- 5 Min. de lectura

Cuando escuché por primera vez sobre el Perdón Radical, me encontraba en un momento de mi vida donde sentía mucha tristeza, estrés y desilusión. Acababa de pasar por una ruptura amorosa y me sentía sin esperanzas en cuanto a mi vida sentimental. Profesionalmente, las cosas iban bien, pero por dentro sentía que algo me bloqueaba y no me dejaba avanzar.
En términos del Perdón Radical, estaba viviendo en pleno modo de víctima. Pensaba que perdonar significaba tener que acercarme a la otra persona, hablar y hacer las paces. Pero esa no era una opción para mí, porque nos habíamos separado en malos términos y además era muy doloroso. Me sentía renuente y, para serte sincera, bastante escéptica.
Me gusta pensar que fue el destino el que me llevó a un curso de Perdón Radical, guiado por mi profesora de mindfulness. El perdón me parecía un concepto tan lejano, casi inalcanzable. Sin embargo, mi profesora solía decirnos: “confía en el proceso.” Y eso fue precisamente lo que elegí hacer.
Fingir hasta lograrlo
Al principio, no sentía muchos cambios. Otras chicas del grupo estaban teniendo grandes revelaciones, mientras yo me sentía estancada. La comparación con las demás no es que ayudara mucho, pero mi profesora me animaba a “fingir hasta lograrlo” — como solía decir el mismo Colin Tipping, el creador del método. Así que seguí adelante, tanto en clase como en mis tareas para la casa.
Trabajé intensamente en este proceso. Leí el libro, cada capítulo. Llené las plantillas. Participé activamente en las clases. Lloré y mucho. Y a pesar de todo, seguí confiando en el proceso.
Hubo algo profundamente catártico en contar mi historia y permitirme ser escuchada. Las demás mujeres del curso me dieron un regalo inesperado: se convirtieron en testigos amorosas y compasivas de mi historia. Ese simple acto de ser vista y reconocida me ayudó a sentirme menos sola. En la humanidad compartida del sufrimiento —cada una llevando consigo diferentes historias— también surgió una compasión compartida que permitió que la sanación comenzara a desplegarse.
Poco a poco, algo cambió. Al finalizar el curso, empecé a sentir una paz y una calma profundas que no había experimentado en mucho tiempo. Una noche, antes de dormir, me di cuenta: ya no había nada que perdonar. Me sentí más ligera, libre para seguir adelante. Sé que parece magia, pero eso fue lo que me sucedió.
Los cuatro pasos hacia la libertad 🕊️
El proceso del Perdón Radical ofrece una práctica breve pero poderosa llamada “Los cuatro pasos hacia el perdón” Cada paso nos ayuda a cambiar de perspectiva, suavizar el juicio y abrirnos a la sanación.
Mira lo que creé.
Este paso nos recuerda que somos las creadoras de nuestra vida. Nos invita a asumir responsabilidad —no culpa. Al inicio, no lo entendí bien, sintiéndome culpable por haber elegido o permanecido con la persona equivocada. Con el tiempo comprendí: merecía algo mejor, y esta experiencia era parte de mi aprendizaje. Todas las situaciones, incluso aquellas dolorosas, pueden verse como una oportunidad de crecimiento o sanación.
Noto mis juicios y me quiero de todas formas.
Aquí la tarea es darnos cuenta de las historias y creencias que asociamos a la situación: “Siempre elijo mal,” “No soy digna de amor,” “No hay nadie para mí en este mundo.” Observar lo duro que podía ser mi crítico interior fue revelador. La verdad es que todos hacemos esto. Como seres humanos, automáticamente generamos interpretaciones y juicios. Este paso nos recuerda que, incluso en medio de esas historias, podemos elegir la autocompasión.
Estoy dispuesta a ver la perfección en la situación.
Este fue el paso más difícil para mí. ¿Cómo podía haber “perfección” en un corazón roto? Sin embargo, al abrirme —aunque al principio lo fingiera— pude considerar la posibilidad de un propósito mayor. Tal vez esta experiencia dolorosa traía consigo lecciones sobre el amor propio, el valor personal y el crecimiento. Este paso nos invita a confiar en que puede haber un significado oculto en cada desafío, ayudándonos a evolucionar y crecer espiritualmente.
Elijo el poder de la paz.
Aquí es donde el peso comienza a levantarse. Me di cuenta de que no necesitaba aferrarme a tener la razón. Las discusiones con amigos o familiares no necesitaban “ganadores.” Al elegir la paz, elegí la libertad. Fue un acto consciente de soltar la lucha y entrar en una forma de ser más ligera y compasiva.
El poder transformador del Perdón Radical
Lo primero que noté tras vivir este proceso fue una nueva ligereza en mi vida. Ya no estaba atada al pasado ni rumiando una y otra vez sobre mis relaciones anteriores. Soltar me ayudó a tener otra perspectiva: hice nuevos amigos, salí a divertirme por mi cuenta y llegué a la conclusión de que mi verdadero objetivo en la vida era ser feliz —y que tenía todo el poder para hacerlo.
Fue justamente cuando dejé de lado la expectativa de encontrar pareja y me enfoqué en mí misma, en mi bienestar y en mi alegría, que apareció la persona que hoy es mi esposo. Esa transformación me enseñó que el perdón no es resignación ni olvido, sino una apertura que nos permite vivir con más libertad, amor y confianza en la vida.
Del perdón a la autocompasión
Lo que más me impactó fue darme cuenta de que el Perdón Radical no se trataba de excusar a otros ni de justificar lo sucedido. Se trataba de transformar mi propia historia —dejar de vivir como víctima y entrar a una etapa de empoderamiento.
Aquí es donde la práctica de mindfulness se volvió esencial. La atención plena me ayudó a notar las emociones, pensamientos y sensaciones corporales que surgían cuando me sentía enojada, resentida o crítica conmigo misma. Me daba una pausa para preguntar: ¿Por qué me afecta esto? ¿Qué me está reflejando?
Juntos, mindfulness y Perdón Radical se convirtieron en herramientas complementarias: una me trajo consciencia al momento presente y la otra me ayudó a reinterpretar el pasado con compasión y sentido.
El Perdón Radical no ocurre de un momento para otro. A veces, realmente se trata de fingir hasta lograrlo. Pero con el tiempo, se puede transformar la manera en que nos relacionamos con nosotras mismas y con los demás —suavizando el juicio, liberándonos del resentimiento y abriendo la puerta a la autocompasión.
Este proceso no fue fácil, pero valió la pena. Me sentí tan empoderada que decidí compartir lo que había aprendido con otras mujeres. Por eso me convertí en Coach de Perdón Radical. Todas merecemos ser felices, y aferrarnos al rencor solo nos mantiene atadas al pasado.
💗 Este noviembre, recordemos que el perdón no es algo que hacemos por otros —es un regalo que nos damos a nosotras mismas.
👉 ¿Quieres explorar más? Descubre mi enfoque como Coach de Perdón Radical.



Comentarios